Colocado sobre su cabeza el sombrero de paja con tres margaritas en el lateral, salia corriendo perdiendo siempre el zapato izquierdo antes de llegar al trabajo. Es justo por esta manía de cada día, despiste o como lo queramos llamar, que nunca llevaba un par completo de zapatos: botas rosas y tacón de aguja, zapatillas de animales de peluches y zancos de enfermera.
La diferencia en su reloj, marcado por su peculiar "torpeza" le hacia capaz de moldear cada nueva pieza de pan, con formas extrañas y originales, aumentando las ventas de la pequeña empresa.
María de tan solo 25 años y dos tercios, atendía a cada cliente con el mismo eslogan; una frase sacada de un graffiti: "Creando el mundo con harina"
Pero he aquí que el pistacho era amargo y no quiso salir de la cascara a las 18:57 de aquella tarde, por lo que su rosario se desintegró formando parte de la masa... [Continua...]
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